[1/1] Sin ceder

[nakuru]

Fandom: Tennis no Oujisama.
Personajes: Kitazono Kotoha/Osakada Tomoka.
Resumen: Kotoha va a visitar la casa de los Osakada.


Una cosa era responderle sus mensajes todos los días y recorrer medio Tokyo con ella cuando le daba por aparecer, otra muy diferente era tener que aguantarla en su propia casa.

Quizás no habría sido tan malo si ella hubiese actuado como la conchuda que era, pero en lugar de eso Kotoha había encantado a su familia con una sonrisa, un par de regalos traídos de Hokkaidou y haciendo parte de lo que Tomoka siempre tenía que hacer.

¿Y qué tenía de grandioso que ayudase a sacar los platos o que entretuviese a sus hermanos mientras su madre terminaba de preparar la cena?

A pesar de estar molesta, Tomoka había hecho su parte también; cortando verduras, tapando la basura antes de que alguno de sus hermanos decidiese sacar algo de ella porque sí, corriendo para verificar que todo estuviese en la mesa y contestando el teléfono en cuanto este sonaba.

Pero por supuesto, después de todo eso era a Kotoha y no a ella a quien su madre bañaba en elogios, incluso mientras esperaban a que su padre llegase para comer.

—Eres nuestra invitada, no tenías que hacer tanto —dijo su madre con una sonrisa cálida.

—No, no. —Kotoha sonrió como lo había estado haciendo desde que llegó—. Yo soy la que está causándoles problemas al venir sin avisar. —Sus palabras hicieron que la sonrisa de la señora Osakada se agrandase, obviamente contenta.

—Ojalá nuestra Tomoka aprendiese de ti.

Tomoka apretó sus labios para no decir nada, agradeciendo que al menos la presencia de Kotoha le hubiera permitido que pudiese descansar un poco de sus hermanos. Quizás era lo único bueno de que estuviese ahí, quizás...

—¡Kotoha-nee-chan es la mejor! —dijo a propósito de nada uno de sus hermanos.

—¡Kotoha-nee-chan es la más linda! —dijo el otro inmediatamente después, causando que ella riese, contenta ante los halagos.

... O quizás no. Tomoka se levantó y salió de la sala, subiendo las escaleras de dos en dos e ignorando a su madre llamándola.

Esa había sido la gota que derramó el vaso.

Si Kotoha era tan grandiosa, ¡pues que se quedasen con ella!


Tomoka no logró llegar a la seguridad de su habitación, ni cerrar la puerta de un golpe, ni apoderarse del teléfono para hablar por Sakuno, porque para bien o para mal, Kotoha la había seguido.

—Tomoka, espera —dijo en un tono de voz extrañamente suave y aunque Tomoka le hizo caso, cuando dio la vuelta para encararla lo hizo con el ceño fruncido y sus brazos en jarra.

—¿Qué? —preguntó de mala manera, pero a Kotoha no pareció importarle porque sonrió y se inclinó sobre ella.

La misma palabra que había pronunciado se repitió en su mente una y otra vez, incapaz de procesar el hecho de que Kotoha la estaba besando y cuando ella se alejó, obviamente satisfecha, Tomoka sólo pudo observarla con su boca abierta y tal vez no tan molesta como debería luego de que le hubiese robado su primer beso. Pero sólo por la sorpresa, claro.

—También eres linda —aseguró Kotoha y Tomoka sintió sus mejillas acalorarse—, pero no tanto como yo —añadió, haciéndole un guiño y bajando por donde había venido.

Esa... esa...

Tomoka no pudo salir de la incredulidad, pero regresó a la sala diligentemente poco después, todavía que con sus mejillas coloreadas.

No le daría el gusto de divertirse a su costa, fue lo único que pudo decidir, y sin pensarlo dos veces Tomoka se sentó junto a Kotoha.

05/04/2010